El viernes se estrenó El Camino: Una película de Breaking Bad y quizás después de verla te hayas encontrado con sentimientos encontrados: ¿realmente mereció la pena? ¿era esto lo que queríamos los seguidores de Breaking Bad? Bien, como gran fan que soy de la serie, voy a intentar reflexionar a estas grandes cuestiones. Atención: esta crítica contiene spoilers tanto de El Camino: Una película de Breaking Bad -de ahora en adelante El Camino- como de Breaking Bad. Léela bajo tu responsabilidad.
Te guste o no Breaking Bad, lo que no puedes dejar de reconocer es que se trata de una de las series más icónicas de nuestra historia reciente. Creada y producida por Vince Gilligan, esta ficción dramática nos contaba la vida de Walter White (protagonizado de manera magistral por Bryan Cranston), un profesor de química a quien le diagnostican un cáncer de pulmón inoperable y que decide, para asegurar el futuro económico de su familia, aprovechar sus conocimientos en la materia para cocinar y vender cristal azul (metanfetamina), junto a Jesse Pinkman (Aaron Paul), un alumno suyo del instituto.
A pesar de que todos vivimos con pena su despedida, estarás conmigo en que Breaking Bad es capaz de presumir de algo que pocas series pueden: supo despedirse por la puerta grande, con cinco fantásticas temporadas que concluyeron con un final a la altura de las circunstancias. Y es que cuando una producción resulta ser tan exitosa es difícil que no la terminen estirando como un chicle, algo que nunca pasó en esta serie. A pesar de ello y de que su protagonista tuvo el único final posible, algunos se quedaron con la espinita de saber cuál sería el futuro de su compañero de fatigas, Jesse, al que solo vimos huir en un coche a toda velocidad. Y precisamente esa circunstancia es la que aprovecha Vince Gilligan en El Camino.
La película arranca justo tras los acontecimientos del capítulo 5×16 de Breaking Bad (llamado «Felina«), en el instante en el que Jesse sale huyendo del lugar en el que lo tenían prisionero intentando además esquivar a la policía. A pesar de que han pasado unos 6 años desde que la última escena de Aaron Paul fue rodada en «Felina», la caracterización para intentar dar al espectador la sensación de que todo está ocurriendo justo donde se dejó es buena (salvando que el actor tiene ahora seis años más, claro). Se deberían haber esmerado un poco más en las cicatrices (que no están en el mismo sitio) o en el largo de la barba (cualquiera diría que Jesse en lugar de toda la noche se ha pasado conduciendo sin parar 3 meses), pero todo ello es perdonable… sobre todo tras ver la aparición de Todd Alquist.
El cínico personaje aparece en El Camino como parte de los flashbacks de Jesse y lo hace en todo «su esplendor». Y es que el actor que se encarga de darle vida ha cogido un peso notable respecto a como estaba hace 6 años, lo que llama sin duda la atención del espectador nada más verlo aparecer en escena. Jesse Plemons bien podría haber bajado unos kilos meses antes de rodar para intentar adecuarse un poco más a cómo lucía en 2013.
Como digo, El Camino está formado por diferentes flashbacks de Jesse que se entremezclan con su presente. Esto sirve para justificar las acciones que el personaje lleva a cabo en las horas siguientes a su liberación y explicar el porqué no escapa de manera inmediata. Los flashbacks a que el espectador entienda y comparta la necesidad de venganza de Jesse con Neil, trabajador de la compañía Kandy Welding, o qué lleva a Jesse a arriesgarse yendo a casa de Todd -donde este llegó a confesarle que tenía su dinero muy bien escondido cuando lo usa de cómplice para deshacerse de la chica de la limpieza muerta.
Tenemos otras apariciones estelares que ayudan a conectar con la historia y que te van a encantar: los amigos de Jesse, Badger y Skinny Pete; Mike Ehrmantraut (el asesino a sueldo de Gus Fring), el Viejo Joe, los padres de Jesse, Kenny, el magnífico Ed (cuyo actor, Robert Forster, falleció lamentablemente este viernes, el día del estreno de El Camino, qué cosas) y hasta Jane, que viene a representar lo que Mike le advierte al inicio, que por mucho que empieces de nuevo nunca se podrán arreglar ciertas cosas.
Pero para aparición… la del mismísimo Walter White, toda una sorpresa para los fans de la serie. A pesar de que se trata de una escena meramente testimonial, ese momento en la cafetería deja claro que Breaking Bad es Walter White y siempre girará en torno a él.
La propia frase final en esa conversación es toda una declaración del verdadero protagonista: «Tienes muchas suerte, ¿sabes? No has esperado toda la vida para hacer algo especial».
La aparición de Bryan Cranston pone en evidencia lo que uno piensa después de ver los primeros 40 minutos de El Camino: que esto no es más que un experimento, un intento, un aperitivo y que el verdadero Breaking Bad acabó hace 6 años. Y que nada volverá a ser igual.
El Camino mantiene la estética, planos, dinámica y hasta ese guión tan de su serie madre. Aaron Paul pone todo de su parte para volver a traernos a Jesse a pantalla y lo consigue, pero a fin de cuentas esto no deja de ser un capítulo extra más que una película -los que no hayan seguido la serie pueden olvidarse de verla-; ese final feliz que se merecía un personaje querido por todos, pero que siempre estuvo al lado del gran Heisenberg y nunca por delante de él.
Durante una hora y 55 minutos solo vemos cómo Jesse consigue escapar a Alaska, utilizando recursos (personajes) de la serie para mantener la trama viva. El intento se agradece por el hecho de volver a ver algo nuevo de la serie, pero aporta bastante poco a la historia en sí, resultando más que nada un guiño exclusivo por y para los fans. Una pequeña dosis para los que tenían mono. Un cierre puramente complementario para un final que ya de por sí fue redondo.
En conclusión, esta película es un capítulo largo que finaliza por completo la historia de Breaking Bad (Un epílogo por así decirlo), y solo apto para aquellos que son muy fans de la serie.
Comments